domingo, 25 de septiembre de 2011

Empapado de lluvia

Bajo la lluvia embellece tu rostro. Tus verdes ojos brillan mientras me confiesan lo mucho que han echado de menos a mis hombros. Me apeteces. Quiero besarte esta noche y pedirle a la mañana que se retrase. Quiero oler tu cuerpo empapado de lluvia y acariciarte la espalda con versos infinitos. Amor. Bonito de piel morena y alma libre como las montañas en las que dormimos en verano. Larga estación de pasión sobre tu pecho desnudo. Eternas miradas que valen oro.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Vuelve a guiñarle el ojo a mis caderas

Regalaría mis caricias a tu pecho en cualquier noche de otoño infantil y recién estrenado. Susurraría besos a tu espalda. Lejos no me haces ningún bien. Pensarte entre las sábanas me aburre y no hay remedio ante este sinvivir que quiebra mi sueño y desvela la nostalgia que peregrina por mi octubre. Te quiero cerca para poder decirle a tus abrazos que son la mejor de las curas y recordar cada mañana que no hay mejor almohada que tu pecho. Tu pelo oscuro me enloquece. La música de nuestras mañanas de cocina sigue sonando entre los coches veloces que atraviesan este pequeño rincón que dejaste vacío. Mis paredes verdes gritan tu nombre. Ven. Ven. Vuelve a guiñarle el ojo a mis caderas. Vuelve a pasear tu barba por mis hombros frente al espejo del baño y deja que la luna me tenga celos de nuevo. La ventana continúa abierta. Te llamo luego.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Llenábamos de rock la montaña

Es de noche. El calor no me deja dormir. Te escribo una vez más. No tiene nada de especial. Esta noche no. El aire fresco, con su olor a futuro en una casa con las paredes verdes, me recuerda a ti. Los balcones con ropa tendida se parecen a las mañanas que llenábamos de rock en la montaña. También me recuerdan a ti. Sigue entrando la brisa por la ventana. Esta noche etoy demasiado cansada como para cerrarla, así que hoy duermes conmigo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Como viajar a Andalucía

Mirarte mientras duermes es algo que me supera. Una necesidad que no puedo desterrar de mi alma. Mirarte mientras duermes es como viajar a Andalucía sin moverse de la madrugada. Es algo mucho más fuerte que mi vicio de observar la lluvia mojar las montañas sentada en la silla de mimbre de mi entrada. Te miro. Te beso los párpados cerrados. Te acaricio la espalda desnuda y fresca por la noche de otoño que cubre nuestros somnolientos cuerpos. Te miro. Busco entre tu piel cualquier mensaje de amor y lo encuentro enredado en tu ombligo. Busco alguna invitación a besarte suave y delicadamente para no quebrar tu sueño. Duermes y yo alejo las pesadillas de tu joven madrugada. Abrazo tu pecho. Apoyo mi cabeza sobre él esperando que mi pelo no te haga cosquillas y continues durmiendo. Estás tan guapo con la barba desnuda sobre mis sábanas...

domingo, 18 de septiembre de 2011

Tu perro me acompaña por las tardes cuando no estás tú

Sigues pareciéndome el tío más guapo de todo el lugar. Tu barba sigue irradiando ese brillo a rebeldía que tanto que gustaba. Sigues salpicando de luz todas las mañanas que pisas en las montañas. Tu perro me acompaña por las tardes cuando no estás tú. Me gusta el modo tan perfecto que tiene de sustituirte. Pero eres irremplazable. Ahora que regreso a tus atardeceres recuerdo perfectamente el olor de tu piel sobre mi piel. Recuerdo a tu perro ladrarnos desde la madrugada. Es bueno recordar. Sobre todo ahora, que regreso a ti y no quiero olvidar lo que me llevó a encontrarte de nuevo. Te lo digo yo, que sobre perros y amores sé un rato. Me quedo. Quédate tú sobre mi espalda las próximas 15 primaveras.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una anciana nos saluda desde la acera de una aldea

Las gotas de lluvia mojan los cristales de este coche destartalado. Seguimos recorriendo la carretera húmeda y los charcos gritan cuando los acariciamos con nuestros neumáticos. La música en modo aleatorio y tus manos en el volante. Todas las señales de tráfico nos miran absortas y se fijan en los arañazos del capó. Si supieran... Compartimos asfalto con enormes camiones de mercancía, con caravanas y furgonetas que ya las quisiera nuestras. Casas en ruinas se abren ante el morro de nuestro coche. Todos los pueblos por los que pasamos entre lluvia y alquitrán nos hablan de una soledad viva y bella. Una anciana nos saluda desde la acera de una aldea. Qué bien me sienta. Bajo la ventanilla y dejo a la lluvia lamer mi brazo, mis pulseras. La oscuridad cada vez coge más fuerza. Paramos en un pequeño municipio, muy pequeño. Una casita será nuestro hogar hasta mañana. Paredes de roca. Cortinas verdes. Un sofá perfecto y mi cámara para inmortalizarte en él. Por supuesto, abro las ventanas porque sigue lloviendo.
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"Estar vivo, supongo, es tener miedo; y sostenerle la mirada a esas dudas que nos achican los pulmones."
(Ismael Serrano)

En mitad de una noche de verano

Regresa, noche,
para cubrirnos de paz
y melodías.

martes, 13 de septiembre de 2011

Ropa seca

Tengo sueño. Hoy no he dormido nada y recojo la ropa ya seca con los ojos casi cerrados. Las montañas que ayer desvelaban mi tarde me cantan hoy canciones de cuna para que mis párpados descansen sobre las pupilas verdes que decoran mis ojos. Termino de recoger la ropa y el sol me acaricia el sueño. Él también me mece entre sus grandes brazos de estrella.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Aires de libertad

El mar grita tu nombre. Y yo te observo caminar
sin camiseta por la orilla. Lento. Suave. Casi de
puntillas. Con poesía entre los dientes y rastro de
arena en los hombros. Las olas bailan los acordes
que tu corazón les dicta. A su vez, mi alma baila
al son de las canciones que tus oscuros ojos le
tararean. Con tu permiso, te voy a guardar entre
los bonitos recuerdos y los deseos que tengo
amontonados en algún rincón de mi cabeza. Porque sí. Porque
te tengo ganas. Buenas e insaciadas ganas. Me susurra
aires de libertad tu espalda desnuda y salada.
El mar grita tu nombre. Y ahora también lo hago yo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Suaves aguas

Te encuentro, sin buscarte, entre los
pliegues de mis despertares. Entre mares
de suaves aguas. Navegando sobre mi
ombligo marcando un rumbo fijo. Cristales.
Cristales débiles de pasión acelerada
en mañanas de frío intenso. Siénteme
en el calor de la leña al quemarse en
tu hoguera. Camina por mi estrecho
sendero de tinta agotada. Pelo largo y
sin flequillo. Como me gusta para
mí. Como te encanta. Tu pelo corto
estremece mis copos de nieve.
Te busco.
Te encuentro.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Pincel en mano

Se abre la puerta de las esperanzas otoñales en el undécimo piso del alto edificio que corona el centro de la ciudad. Es bonito y con una amplia terraza donde poder montar el caballete y dejar a la mente sosegada y en paz consigo misma para que pueda crear alguna bella imagen de un lugar bastante alejado de este caos urbano. La ventana contempla más rascacielos similares a este gigante de hormigón en el que habito. Duendes de imaginación corretean bajo la moqueta y me da por atraparlos de buena mañana. Pincel en mano. Barbilla en posición y paleta en el suelo. Allá abajo, donde el asfalto se funde con vehículos atolondrados y semáforos que bostezan ante la mirada perdida de cientos de viandantes, la vida parece tener prisa. Los suspiros corren entre los adoquines y las fachadas de los comercios tiritan de pesadez. De agotamiento vacacional en este sábado nublado. Rutina embotellada en amaneceres precoces. Hoy no es mi día de descanso. Pinto montañas para cubrir la falta de aire puro y limpio. Carencia de sensación de libertad en este mes de septiembre, a poco días de comenzar la verdadera rutina.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Espíritu nómada

No necesitamos un nuevo calendario. Ni una nueva pared para colgar el viejo. Pensábamos que el verano duraría más, pero aquí están las migas que deja el estío de este año movido por las ganas de viajar y las ansias de conocer nuevos lugares. Espíritu nómada que sigue latente en mí. Tendrá que esperar hasta las próximas vacaciones. O quizá hasta un fin de semana descosido de la rutina que me lleve a cualquier rincón de este mundo que llamamos nuestro. Atascos, lluvia en el capó y gritos de empresarios y ejecutivos trajeados, de mirada y alma cansada, que se cruzan entre los demás coches a las 7 de la mañana. Aparente tranquilidad rutinaria que descorcha nervios a las tantas de una tarde que parece no terminar nunca. Miro con buenos ojos este nuevo período laboral que se abre ante mí. Y doy gracias por tener que madrugar.

martes, 6 de septiembre de 2011

Contigo y nuestra perra Lea

El espacio de la furgoneta da para mucho. Nuestro can
no para quieto en todo el viaje y yo le hago
fotos. Te fotografío también a ti con las manos en el volante
y la barba llena de luz. El sol atraviesa las ventanillas y nos
 hace poner gafas para mantenerlo a raya. Te miro, y en el
asiento de esta vieja furgoneta estás mucho más
guapo. Te sienta bien la carretera y los viajes poco
planeados. Mi cámara guarda las líneas de la
carretera y los pueblos por los que pasamos para darles
vida sobre las paredes de nuestra casa. Qué bien sabe la
vida sobre estas cuatro ruedas desgastadas. Qué bien
sabe la semana vista desde un mapa. Calor. Verano
moribundo que aprovecho para viajar contigo a solas.
Contigo y nuestra perra Lea.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Descanso


Subo las escaleras de dos en dos. Porque subirlas de una en una me parece una sandez y una aunténtica pérdida de tiempo. Cuando llego a la habitación estás desnudando tu arte frente a la guitarra. El perro, con la lengua fuera y la atención puesta en tus notas, mueve el rabo sobre tu cama deshecha.

Es el momento de un descanso. Deja de tocar esas cuerdas y toca estas otras, te digo cogiendo tu mano y dejándola caer con miedo sobre mis muslos. La ventana está abierta. Cae la tarde y es verano, pero en este lugar el tiempo es diferente. Hemos pactado con el clima y al anochecer nos da un respiro. -No queráis saber cuál es nuestra parte del trato-.

Los visillos de las ventanas me guían hasta tu espalda dibujada con esmero y dedicación en un fino lienzo sobre la silla de madera de tu habitación. La ropa está tendida y mis brazos alrededor de tu cuello. Vamos.

domingo, 4 de septiembre de 2011

El sol se apunta a desayunar con nosotros

Pantalones de pijama de color rojo. Mezclados con mis piernas desnudas y una alfombra que cubre gran parte del salón. Aquí amanecemos, ya por costumbre, todos los domingos de verano. Curioso es que nos metemos en la cama, pero saludamos al nuevo día desde el comedor. Tumbados en el suelo parece que lloviera sin tregua. Tumbada sobre ti parece que la mañana es más mañana y que el sol se apunte a desayunar con nosotros. Su calidez me acompaña cada vez que beso tu ombligo. O cada vez que charlas con mis caderas, no te dicen nada claro y decides seguir torturándolas a base de lametones. Olvidamos las llaves de la rutina bajo la mesita de la televisión. Hoy no hay más obligación que la de volver a memorizar las líneas de tu espalda. Los recovecos de tu pelo en los que anidan mis rodillas. O la sombra de dulces miradas que pagaste sin intereses a cambio de una eternidad con mis dedos. Un piano suena delicado desde la calle. Melodía de colores vivos que me deja adormecida sobre tu pecho. De nuevo. Otra vez. Otro día más. Miro el calendario y van ya 3 semanas de despertares intensos. Duerme conmigo siempre, que te escribiré sobre papel de sueños todo lo que te quiero hacer. Todo lo que quiero que me hagas. Buenos días, te digo mientras descorro las cortinas.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Más bonita que nunca


Viste de blanco y hoy está más bonita que nunca. Él la observa acercarse con paso lento pero firme. La observa con ojos marrones y brillantes. Llenos de ilusión y felicidad. También de miedo. El largo pasillo parece no terminar nunca. Bajo la mirada de todos los amigos y familiares sigue avanzando. Realmente nunca la había visto tan guapa. Ni a él tan emocionado. Asusta, este paso tiene que asustar. Hoy es solo un día. El primero del resto de sus vidas. A partir de hoy -ellos no lo saben todavía- se querrán más que nadie en este mundo. Por fin llega ante él. Se cogen de la mano como la primera vez, en aquella montaña a finales de marzo. Y, al fin, ella le regala sus labios.

viernes, 2 de septiembre de 2011

El camino hacia tu barba

Después de sacudir ideas sobre folios en blanco
no me queda más que arrancarte versos de la espalda
y pintar con ellos la fachada de nuestra
casa. Para que el perro los ladre montaña abajo
y tu libertad me coma a besos todos los mediodías.
Qué difícil es contar todos los pasos, pero qué bien
sienta el camino hacia tu barba.
Hacia nosotros. Hacia tus tardes y mis madrugadas.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Seguimos en la cama

Por fin, esta noche, brilla tu lengua sobre mi almohada
y tus párpados marcan los segundos de mi
insomnio. Un calor agobiante envenena
mis piernas. Pero tú estás sobre mis sábanas y el hielo
de tu sonrisa rebaja los grados de mi mente que se marchita
si no te piensa cada vez que escucho el motor de un coche.
Nos esperan las montañas y seguimos en la cama. Esta noche
el monte nos lo guardamos para nosotros entre bolígrafos
sin tinta y sudores en compañía. Me pinto las uñas de rojo
y te como a besos tu mañana de feroz estío.